Carmen. 36. Sevillana. Alguien discreto. 2.

Nota de autor: Tiempo de lectura media de 26 minutos apropiadamente.

Hechos reales vividos por el autor que suscribe dicha historia. Pueden creer que es real o no, total, nadie obliga a creer lo que leen, ¿o sí?


Carmen. 36. Sevillana. Alguien discreto. 2.


Miércoles, 21 de febrero, 2024.


Bueno, pues el “comedor de coños” vuelve a ser humano. No me he quedado a gusto del todo, realmente por mí seguiría comiendo ese rico coño de una mujer casada que tengo a mi disposición (esto no quita tampoco que el resto de mujeres, solteras, separadas, divorciadas e incluso viudas no tengan ricos vaginas y clítoris para comer, pero en este caso es el de Carmen), pero también necesito (egoístamente hablando) que ella atienda mi rabo, ya que el dolor que empiezo a tener no es ligero, sino más bien, fuerte. Tampoco pido mucho, una caricia, un beso, que lo agarre suave o fuertemente con su mano, mientras me hace una paja, aunque sigo siendo egoísta y prefiero que me lo haga con su boca o mejor, con su cueva caliente y sé que muy lubricada por dentro, por los orgasmos que ha tenido y que yo le he provocado.


Ante todo, sinceridad jajaja.


Como os dije en los anteriores relatos, vamos a realizar cada acto o cada capítulo en “una opción especial” y ¿cuál toca ahora mismo? Pues la segunda opción.


Para quien no haya leído los anteriores relatos aconsejo que lo hagan.


Empecemos.


Un hombre discreto nunca expone a la dama que se está “cepillando” o “empotrando” o “follando” (Definir como queráis). 

También piensa en ella en todo momento, y por eso que ya he dejado de ser un animal, un “buen comedor de coños” y he vuelto a ser humano, pienso que la mejor postura para que la mujer no se sienta cortada o incluso molesta por si la vieran por la ventana, que lo hagamos en la butaca o sillón pequeño que hay en la habitación, por varios motivos que puede que interese o no, pero son necesarios para que entendáis porque a las mujeres confían en mí, aun no siendo atractivo y aun no siendo un adonis para “chingar” hasta que te tiemble el cuerpo y el alma.


Antes de empezar a relatar los acontecimientos que sucedieron, indico que pasaron igual en la “Primera opción” como en la “Tercera opción” con lo que explique en el anterior relato en donde indicaba como serían. Pero claro, en esta ocasión hay que detallar un poco lo que ella veía y yo también.



“Segunda opción”


Carmen ha agarrado uno de los envoltorios que contiene uno de los condones que uso, que estaban esparcidos en la cama, cerca de su sujetador. Se acerca a mí moviendo dicho envoltorio, como si fuera un abanico, con una cara maliciosa y picara mientras yo me siento por fin en la pequeña butaca, viendo como ella me mira a mis ojos y a mi rabo más tieso que el tronco de un pino.


Ella sabe lo que quiere de mí.

Yo sé lo que ella quiere tanto de mi cuerpo como de mi mente.


Toca ahora dar placer a ese hombre que le ha comido literalmente su clítoris y la ha hecho tener algunos buenos orgasmos, porque todavía sabemos ambos que no va a parar de tener más.


Pero la butaca en donde estoy sentado, está de espaldas a la ventana. Esa que esta sin tapar por la cortina. Esa ventana que, si la habitación no tuviera luz, nadie podrá ver nada, pero está completamente encendida. Y Carmen sabe que va a verla al menos su rostro mientras haga ciertas posiciones sexuales, y es por ello que el hombre tiene que pensar en la discreción de la dama, por eso damos la vuelta la butaca y me quedo yo mirando al ventanal. Carmen, sin embargo, estará de espaldas, con lo que apenas nadie podrá saber quién es.


Yo sé que al menos durante una buena cabalgada, una mujer con melena, el pelo le tapa realmente el rostro, por lo que ella puede incluso estar oculta de que puedan reconocer si alguien tiene unos gemelos oculares o la filma con el móvil y aumentando la imagen o el zoom, pero como la voy a poner de espaldas al ventanal, da igual si hacen eso posibles curiosos, solo verán la espalda de una mujer, o el cuerpo desnudo por detrás.


Pero esta mujer ahora mismo le da igual si la reconocen o no, ella sigue moviendo el envoltorio y mirando con más deseo mi polla, estando apoyada en el ventanal, pegada su espalda al cristal frio.


Llega justo a mis pies, ya que yo tengo las piernas algo cerradas, no juntas del todo como las tenía ella cuando le hice la comida de “potorro” anteriormente, pero tampoco las tengo abiertas del todo.


Carmen se arrodilla frente a mí.

Ver como esa mujer, lentamente se va agachando para quedar casi en la misma postura en la que yo estaba antes con ella, incluso hace que mi mente se desborde de miles de pensamientos obscenos y guarros a la par que calientes y morbosos.


Entonces ella, ahora besando cada milímetro de mis testículos (aviso, no los tengo grandes, más bien pequeños, pero son también muy sensibles) y así esta mujer sabe que, al estar besando mis genitales, su cabeza desaparece de la vista curiosa de cualquier persona que mire a nuestra ventana. Tener en cuenta que yo estoy sentado, por tanto, nadie ve nada más que a un hombre sentado en una butaca pequeña, con una mujer desnuda, a cuatro patas, con su cabeza entre las piernas del hombre. Lástima, el show sexual ahora no lo van a ver, pero yo sí, es más, no solo lo voy a ver, sino que lo voy a experimentar.


Carmen, saca su lengua y juega con mis huevos, primero uno, luego otro, e incluso se atreve a meter su cabeza hacia mi raja, pero no puede llegar a donde quiere, porque yo tengo mi culo tapado por el asiento de la butaca.


Viendo lo que ella quiere hacer, entonces me incorporo un poco para sacar mi culo del asiento, y dejando casi mi pelvis reclinada en el borde de la butaca.


Ahora ella puede incluso meter su lengua por mi raja, ya que le facilito (abriéndome todo lo que la butaca me deja y alzando mis piernas hacia arriba, mientras mis manos abren mis cachetes del culo, que realmente es lo que ella quiere) para así que haga el famoso “beso negro” que parece que le encanta y sabe hacer muy bien. A mí me encanta que una buena lengua juguetona me dé esa rica y sensual caricia. Es lo mejor incluso para mí de los juegos preliminares.


Explicar lo que un hombre siente cuando le hacen un “beso negro” es como explicar cómo se calcula los presupuestos de un gobierno para que no tenga deuda pública, complicado no, lo siguiente, por tanto, mejor dejo dicha explicación a esta versión reducida de “como cuando te besan el rabo sin usar la boca, solo usan los labios, nada de lengua” o en el caso de las mujeres “es como si te besan tu vagina, pero sin meter ni lengua ni nada, solo usan labios”, es una caricia especial.


Aunque hay que decir que ella, mientras me besa, sigue moviendo el envoltorio del condón como si fuera un sobre de azúcar cuando te tomas un café o un té, que se abanica para que se concentre todo en un extremo, pero el condón no tiene que ponerse en dicho extremo, por tanto, pienso que le gusta mover para saber que en breves instantes, va a usar y poner un forro a mi trabuco, porque el “beso negro” aumenta en mí el grosor, creo que me va a explotar como siga torturando mi cuerpo de esa manera tan sensual. También es cierto que cuanto más tardemos con los juegos preliminares, más ganas tendremos de estar unidos.


Carmen, de repente, aparece su cabeza de debajo mía y sentada en sus pies, me hace una pregunta que no la esperaba, pero siempre me lo indican muchas de las mujeres que practico sexo con ellas:

— ¿Qué grande es? — refiriéndose al condón que sigue moviendo estilo abanico.


Mi respuesta es sincera, porque quiero que o me lo dé para que me lo ponga yo, o que me lo ponga ella, o que me ayude a ponerme dicha funda para mi flauta:

— Bueno, para mí es perfecto. Ten en cuenta que no todos los hombres tenemos el mismo tamaño, y eso conlleva a que las empresas que fabrican preservativos tengan que tener unas tallas estándar y no siempre piensan en quien las va a utilizar, sino que más bien hacen que nosotros, los machos folladores, tengamos que adaptarnos a lo que se fabrica. Es como vuestros sujetadores. Ni todas las mujeres tenéis el mismo tamaño de pecho, ni todas conseguís tener una marca y medida exacta para sujetar y ocultar vuestras gemelas (tetas). Pues en el caso de los hombres, nos pasa igual. Dependiendo de la marca y modelo, puede que ni nos entren o puede que los usemos para una guerra de globos de agua en pleno verano, jajaja.


Pero Carmen, vuelve a preguntarme con esa cara de picara que está además muy juguetona y curiosa:

— Pero, ¿qué ancho es, ¿no? Me refiero a grosor.


Y aquí, el masajista tiene que exponer una pequeña lección para que la mujer entienda que ni todo es como parece, ni todo sirve para cualquier persona:

— A ver preciosa picara traviesa y cachonda Carmen, es grande en grosor, porque por desgracia, en este país, al menos quienes venden profilácticos para los hombres, piensan que todos tenemos el mismo tamaño. Incluso piensan que la media está en longitud en 15 cms, pero también saben y sabemos que los hay hasta de 21 cms. Eso respecto a la longitud. Pero ¿y en grosor? Porque no es lo mismo el grosor de 10 o 20 hombres que el de 100 o 2000 hombres. Y como no sé en qué se basan las compañías que fabrican y venden dichos condones por el mundo, pues a veces, cuando vas a una farmacia, sex-shop o tienda de artículos sexuales (en busca de condones más afines a gustos y tamaños) pues te encuentras con que el tamaño no está acorde a lo que uno gasta. Por otra parte, yo ya he intentado ponerme “chubasqueros” de lo que se vende en el país, y la verdad, al final me han hecho incluso más daño, sin poder disfrutar de la “jodienda”, por lo que hace ya tres décadas descubrí esta marca, que no es muy conocida en España, pero que en Europa y América si, por un simple motivo, no es que los europeos tengan más rabo que los españoles (no digo nada de los actores porno, que esos suelen usar productos que les fabrican casi a medida, o al menos en EEUU, para el mundo del porno), sino que saben usar otras marcas y experimentan más que nosotros, respecto a calidad de la funda del paraguas masculino. Por eso, si te fijas en una de las caras, pone la marca con un color azul oscuro, pero si te fijas en el otro lado, tiene un color y la fecha de caducidad. Esta marca lo hace así. Dependiendo del color es un tamaño u otro. Veras que el color que tiene es morado, eso significa que su tamaño es de 69, aunque hay un tamaño superior de 72. Realmente tiene una franja bastante amplia, desde el más pequeño que es 45, siguiendo con 47, 49, 53, 57, 60, 64 y el mío. ¿A qué se refieren estos números? Pues al diámetro. Y lo que pocos hombres hacen correctamente es medir la circunferencia de su pene, es decir, lo importante no es la longitud sino el grosor, porque eso es lo que a vosotras (normalmente, claro), las mujeres os sentís más llenas. Y lo que también es verdad es que el resto de condones que hay en el mercado, sobre todo en farmacias, no suelen poner la medida exacta de circunferencia, sino de longitud, por eso, los XL para mí no me sirven, porque, aunque no llegue a tener los 23 a 25 cms de largo, si es cierto que en grosor son muy estrechos. Por eso, si un hombre, cuando tiene la polla totalmente erecta, agarra una cinta métrica y mide la circunferencia en plena erección, rodeando completamente con la cinta, podrá saber el grosor de su instrumento, y como las marcas convencionales no ponen el diámetro( o lo ocultan con una letra tan pequeña, que apenas lo puedes ver), porque dan por sentado que todos los hombres tenemos el mismo grosor, pues por eso, yo tengo que usar estos condones especiales que no hay normalmente en una farmacia o en la sección de farmacia de cualquier tienda de centro comercial. ¿Ventajas? Pues que desde que los uso, yo no siento dolor apenas al estrangular mi miembro. Incluso consigo tener erecciones más largas, aunque no te diré lo que es hacer sin condón, una maravilla, jejeje. Otra ventaja es que compro cajas de 36 unidades, me sale mucho más barato que las de menos cantidades y, sobre todo, mucho más baratos que los preservativos que venden en nuestro país. ¿Inconvenientes? Que tengo que comprar o en una tienda online o buscar fuera del país, pero como también adquiero algún juguete sexual para algunas de mis clientas, pues lo hago todo en cada pedido mensual, normalmente. Y sé que ahora te estás preguntando, ¿69, que pedazo de tamaño es? Pues de 14 a 15 cm de circunferencia lo que tienes ante ti, aunque soy más del 72 que son de 15 a 16 cms, pero me vale el que uso, porque apenas me aprieta, y eso sí, no se suelta. Es decir, es Gorda. Caliente. Erecta. Y con ganas de sentirte por dentro.


La cara que tenía en estos momentos Carmen no era un poema, era más bien esa cara que pones cuando te dan una alegría, sabiendo que, además, el hombre con el cual estás, está pensando en tu placer, en que sientas cuando te penetre, mientras se mueve dentro de ti y lo más importante, sentirte llena.


Mientras ella seguía besando cada rincón de mi miembro, yo agarré de sus dedos el condón, y lo empecé a abrir, porque íbamos a tardar poco en usar dicho preservativo. Carmen abrió sus dedos, liberando ese objeto de seguridad sexual, pero ahora empezó a intentar meterse mi capullo en su boca, y tuvo que echar mucha saliva para así conseguir meter el capullo, sin llegar a entrar parte del tronco.


Aquí viene la parte graciosa de esta historia.


Ella, como todas las mujeres, les gusta decir algo mientras se meten el rabo de un hombre, sobre todo para ver realmente que les cabe o no, por eso, cuando dijo:

— Ef vedad, ef mu orda. — se la saco de la boca y riéndose continúo diciendo. — Jajaja, es cierto, es muy gorda, madre mía, que pedazo de trabuco tienes chico. Contigo las mujeres no se cansarán, pedazo de miembro te gastas. ¿Alguna ha conseguido meterla toda dentro de la boca?


Y tras la pregunta, como cual persona curiosa como debe de ser, volvió a meter el capullo, para ver si podía tragar algo más, pero sus labios como la comisura, estaban ya muy dilatados, por lo que no quise hacer que le dolieran dichos músculos bucales, por eso le respondí rápidamente:

— Claro que lo han conseguido, y algunas incluso hacen unas pajas solo con la garganta, que es una maravilla depositar mi semen dentro de ellas, pero también es verdad que, como todo, hay que entrenar, que de primeras no entra todo lo que se quiere, así que, no tengas prisa y si te gusto para más veces, iremos entrenando tu boca para que se trague todo mi modesto rabo. Ahora ayúdame un poco, sujetando la punta del condón con tus dedos, para que yo me lo ponga y al fin sienta el interior de esta zorra curiosa que quiere follarme, porque lo sé, por eso estás ahí, delante mía, intentando ahogarte sin conseguirlo, jajaja. Venga Carmen, vamos al lio, que llevo desde el sábado pasado sin soltar leche, y ni te cuento lo concentrado que está y las ganas que tengo de darte una buena follada.


Y eso hicimos, ella se sacó babeando de su boca, solo el capullo. Y me ayudo sujetando la parte del condón en donde debe de acumular el semen cuando lo soltamos. Yo fui deslizando tranquilamente por mi tronco, y cuando llegué a los huevos, obvio que los deje fuera.


Se levantó de su postura.

Abrió sus piernas.

Agarro ese trozo de carne erguida.

Se agacho un poco hasta que sintió en la entrada de su cueva, la punta del condón.

Fue despacio mientras se metía ella sola parte de mi rabo.

Yo la agarraba por sus caderas mientras le miraba a los ojos y ella a los míos.

De su boca se escapó un jadeo. No un gemido. Un jadeo, de placer, mientras cerraba sus pestañas, porque estaba entrando ese misil por primera vez en ella, y además, porque estaba sintiendo de verdad como sus paredes vaginales iban dilatando poco a poco ese grosor, que creo que nunca había sentido algo así con otro rabo.

Cara de felicidad mezclada con sorpresa.

Jadeos acelerados.

Piernas que no temblaban por la postura en sí, sino porque estaba cumpliendo una de sus fantasías, cabalgar un “rabazo”.

Abrió sus pestañas para mirarme con los ojos todo dilatados en sus pupilas, para decirme que era lo mejor en meses y casi años que tenía dentro de ella.

Volvió a subir un poco, pero sin sacar el capullo de su interior, no porque no pudiera meterse semejante polla, sino porque tenía que dilatar más su entrada.

Y me hizo lo que más me gusta en una mujer caliente.

Se dejó caer completamente encima de mi cadera.

Se tragó su coño todo mi rabo, literalmente mientras ella gritaba.

Creí que era de dolor, pero no, al contrario, era de sumo placer, por sentirse de nuevo llena, penetrada y sobretodo, sintiendo que un hombre maduro, le hacía temblar las piernas solo con la penetración que ella se había dado.

No creo que tuviera un orgasmo, pero ella se quedó totalmente quieta, sentada encima mía.

Aquí no hay que hacer preguntas, es más, no hay que hablar, solo dejar que los cuerpos sientan.


El cuerpo de Carmen estaba sintiendo cosas (yo al no ser mujer, no puedo explicar, lo siento, no me gusta inventar nada de lo que no vea o sienta) en el interior de su cuerpo. Tanto era así que, tras unos segundos, volvió a abrir sus pestañas, y mirando a mis ojos, ahora con una cara de puta zorra salida, solo me decía con ellos “te vas a enterar de lo que es una mujer gozando de ti” sutilmente dicho.


Acomodo sus pies en la moqueta.

Acomodo sus piernas alrededor de la butaca para así que no le molestaran mucho.

Estaba sentada encima de mi cadera.

Echándose Carmen un poco para atrás, apoyo sus manos en mis rodillas, ofreciéndome a mi vista su coño totalmente abierto y sus labios abrazando todo el tronco de mi rabo, empezó a realizar lo que todos conocemos como “Amazona sexual” que es cabalgar al macho.


Pero como se sentía tan llena, empezó muy lentamente.


Yo veía como esas tetas suyas apenas se movían.

Sentía todo el calor interno de su vagina.

Sentía como sus dedos casi se hincaban en mis rodillas.

Sentía como jadeaba esa potra casi salvaje.

Sentía que empezaba la mejor de las folladas de una mujer casada.


Y Carmen mientras tanto, jadeando, ni respiraba, eran jadeos, porque estaba claro que estaba sintiéndose llena, por eso, cuando ya su cuerpo dejo de temblar, supe que, con solo esa penetración lenta, ella había vuelto a tener otro orgasmo. 


Y acelero la cabalgada.


De menos a más.

Y más, y mucho más, hasta que volvió a quedarse quieta, mientras sus muslos, piernas, tetas y todo su cuerpo volvían a vibrar.


La melena le envolvía su rostro, cosa que, para los curiosos, les judería bastante, porque no verían la cara de puta que estaba tiendo esta mujer con cada orgasmo que tenía.


Una mujer desnuda, cabalgando de espaldas a una ventana, estaba haciendo que varios hombres y mujeres (los supuestos cotillas) tuvieran ante sus ojos, el mejor video porno casero, en una noche de febrero, y lo peor de todo, sin poder ver los gestos y caras de la mujer, ya que ella estaba de espaldas todo el rato. Si veían la cara y gestos del hombre, porque de vez en cuando, se asomaba sin querer.


Pero Carmen, aunque ya empezaba a estar algo agotada con esos repentinos orgasmos, quería más, quería realmente cabalgar a ese cabrón que en todo momento la había tratado correctamente, y que se había puesto la funda para que ella también disfrutará de él.


Por eso, cuando noté que su cuerpo, sobre todo, sus tetas dejaban de temblar, agarre de su culo con mis manos, la alce un poco y empecé el famoso “martillo hidráulico sexual” que no es otra cosa que taladrar con mi polla su coño.


Así estuvimos un buen rato, mientras el cuerpo de Carmen subía y bajaba con cada embestida mía. Yo taladraba su cueva cada vez más rápido y fuerte. Me daba igual si ella volvía a tener otro orgasmo o no, es que cuando uno folla, hay que olvidarse de esas cosas, por eso, folle a esta mujer casada a lo bestia, hasta que ella en uno de los golpes pélvicos míos, pego un salto no muy grande y mi rabo se salió de su vagina más que lubricada.


Carmen apenas podía respirar, eso sí, seguía gritando y diciendo cosas que yo nunca he sabido que eran, porque no están en el RAE, jajaja.


Cayo literalmente encima de mí.

Jadeando muy rápido.


Pero yo quería seguir penetrando a esta mujer, y además en la misma posición, así que esperamos un poco a que ella pudiera mover su cuerpo y, sobre todo, poder respirar mejor.


Le ayude a que se sentará de nuevo en mi rabo, que ahora sí lo hizo más rápido, ya que ya estaba dilatada para ese grosor.


Se compuso su melena con sus manos, jaleando un poco.


Me miro sonriendo con esas ojeras (señal de haber tenido orgasmos) que se marcaban debajo de sus ojos.


Intento besarme, pero yo estaba demasiado bajo para que ella pudiera llegar a mis labios, por lo que intente incorporarme un poco y así hacer que nuestras lenguas jugaran al juego más intenso del mundo “no te escondas que es peor”.


Tras ese morreo en pleno acto sexual, y ella sin moverse, pero notando ese taladro de carne metido dentro de ella, me guiño un ojo, en señal de que quería más de mí.


Por eso, en cuanto pude, nos separamos las lenguas, y ahora me tumbé literalmente en la butaca, es decir, mi espalda estaba casi sin sujeción, ya que estaban mis omóplatos en el asiento de la butaca. Me hubiera venido de lujo tener como un pequeño “puf” o taburete en mi culo para así poder tener una sujeción mejor, pero no había eso en la habitación del hotel, por lo que, tirando de fuerza, me sujetaba hasta el suelo, con mis piernas, bueno, mis pies en la moqueta. Ella al estar sentada en mí, tenía sus pies apoyados en la moqueta, pero estaba sentada encima de mi cadera. 


Aviso, no hagáis esta postura mucho tiempo, porque os duele a morir la espalda y es “El puente de madera” pero en vez de tener yo los brazos apoyados en el suelo, haciendo un puente inverso, mirando mi espalda al suelo y mi pecho al techo, pues parte de mi espalda, mis hombros están apoyados en la butaca, en el asiento, avisados estáis.


Y yo, ahora sí, sabiendo que ella no se caería al suelo, empecé muy rápido y veloz a taladrar su coño, como es lógico, no se esperaba que hiciera esta postura, por lo que sintió como si fuera una maquina sexual que taladra (estando ella casi de pie o en este caso sentada encima mía) y bombee rápidamente su coño. Para hacerse una idea es como cuando te montas en una moto. Es decir, la mujer se monta en una motocicleta de gran cilindrada. Sus manos estarían en el manillar, pero en este caso estaban apoyadas en los reposa brazos de la butaca. No aceleraba ella, sino yo. Lo hice tan rápido que cuando ya empezaba a dolerme la espalda, porque es muy forzada la posición muscular, ella gritaba y casi saltaba encima de mí, hasta que ya no pude más, y reposé mi cuerpo en el suelo, mientras ella también caía encima de mí. Repito, no hagáis esta postura a no ser que tengáis una muy buena musculación en vuestro cuerpo. Yo lo hice porque era una de mis fantasías y pocas veces pude intentar hacerlo, pero no volveré a realizar, porque de verdad, con ya 54 años, mi espalda no está para tonterías, jajaja.



En cuanto ella pudo recuperar su consciencia, me miro con cara de sorpresa, porque no se creía lo que acabábamos de hacer. Fueron escasos minutos que habían parecido bastante más.


Esto hubiera podido conducir la sesión de sexo a muchas direcciones, pero Carmen solo hizo una cosa. Al haber caído encima de mí, yo estar tumbado en la moqueta, pues no hay nada mejor que seguir con la cabalgada empezada. Pero ahora ella me tenía donde a muchas mujeres les gusta, estar debajo de ella.  Seguir montando a su potro madurito. Con una postura perfecta para una buena Amazona.


Carmen me demostró que era una muy buena amazona sexual. Sabia cabalgar en diferentes velocidades, incluso sin apenas moverse, solo moviendo de delante hacia atrás, muy sensual, su cadera. Incluso también intento hacerme un helicóptero, pero le dije que como se enroscará más, iban a tener que sacarnos con sacacorchos.


Mi rabo dentro de su cueva, que parecía un manantial sexual.

Mi polla, dura, enfundada en el condón, sintiendo el calor que emanaba de esa cueva del placer para mí.

Carmen con los pelos alborotados tras semejante hazaña que habíamos hecho.

Sus pezones eran dos diamantes, duros.

Sus tetas hinchadas.

La respiración de ambos, tan acelerada, que apenas nos podíamos besar porque nos quitaríamos aire necesario.

Mi espalda recuperando la compostura muscular, al estar tumbado en la moqueta.

Yo con ganas de soltar leche, aunque aún no estaba del todo dispuesto a ello.

Ella con ganas terribles de hacer que ese macho maduro que había elegido al azar, le soltará el primer chorro concentrado de su semen, aunque iba a llenar el condón que ella le había ayudado a ponerse.


Y, además, queriendo demostrar que aún seguía siendo una mujer muy sexual.


¿Qué paso? Pues lo que ya podéis imaginar.


Me cabalgo frenéticamente.

Ahora no me podía escapar de ella, tampoco quería, la verdad.

Yo no pensaba irme de todas formas.

Agarre sus tetas, con mis manos bien abiertas.

Ella al sentir que la estaba agarrando de sus preciosas montañas casi rocosas, no se apoyó en ningún lado, por lo que empezó uno de los galopes más intensos que me han metido nunca.


Y me follo.


Literalmente.


Era esta mujer casada de 36 años, andaluza, para ser exactos, sevillana, la que me follo.

Yo no la follaba a ella, era una hembra la que le hacia una paja vaginal al hombre.

Fue tan rápido y tan duro la cabalgada de esta amazona sedienta de sexo desenfrenado, que no paro de meterme placer y más placer, tanto fue así que mientras yo la agarraba, ella subía y bajaba como si estuviera subiendo un escalón de una escalera y bajara de nuevo. 


Y así continuo ella varios minutos, que a mí me parecieron casi segundo, pero seguía subiendo y bajando. Creo que quería que yo gritara que me corría dentro de ella, pero yo aún no tenía ganas tremendas de hacerlo, por lo que su cuerpo no pudo evitar tener otro orgasmo, por eso, supe que en cuanto cayó encima mía, y toda ella temblaba, era porque el maravilloso orgasmo había hecho acto de presencia.


Pero seamos sinceros, no es lo mismo hacer esta postura en la cama que en el suelo de una habitación, aunque tenga moqueta, por eso, las piernas o rodillas de Carmen empezaban a dar llamadas de dolor. Yo, también, aunque estaba relajado, me encontraba en ese suelo, que no es lo mismo que una cama, sinceramente.


Por eso, en cuanto ella empezó a recuperarse, le dije entre jadeos míos:

— ¿Y no sería mejor para nuestras extremidades y músculos, que lo hiciéramos esto en la cama? No sé, al menos yo creo que más cómodos estaríamos.


Respuesta de Carmen:

— Jajajaja, tienes razón, pero es que ¿tú sabes la de veces que he soñado con cabalgar a un hombre, incluso a mi marido, el soso, de hacerlo en el suelo, y ni uno ha querido? Decían, los que lo intente siendo más joven, que les dolía el cuerpo. Mi marido, que eso era mejor en la cama. Y llegas tú, me metes una taladrada bestial antes, en una posición que jamás había visto ni escuchado. Que, además, supongo que tú estabas muy forzado, y te caes al suelo. Pues no voy a ser tan tonta de no aprovecharme de la situación y cabalgarte hasta que no pudieras más o te corrieras de una vez, pero como el chico no quería soltar leche, pues he acelerado yo, y he conseguido otro orgasmo más. Que, por cierto, ya te vale majete, el aguante que tienes y, además, la imaginación para hacer lo que estamos haciendo. Pero si te soy sincera, apenas noto mis rodillas, jajaja, acepto tu invitación de volver a repetir esto, pero en la cama.


Así que, como ambos habíamos tomado una decisión importante para la salud de nuestros cuerpos, pues como pudimos, jajajaja, porque es así, como pudimos, nos fuimos desenganchando y mientras yo más relajado, pero con mi rabo duro me sentaba en la moqueta, ella también lo hacía, liberando de la presión a sus rodillas.


Hay que decir que, en estos casos de folladas tan intensas, hay que tener un buen líquido para reponer fuerzas, para eso, yo siempre tengo en mi equipaje, o más bien, en mi mochila, una botella de litro y medio de bebida isotónica, con sabor a limón, porque es importante recuperar líquidos perdidos de tanto sudar, ya que quien no sude teniendo sexo, no es humano, jejeje.


Le di primero a Carmen para que bebiera y ella me lo agradeció. Luego bebí yo.


Ahora quedaba algo muy importante por hacer que eso me lo pregunto ella con la sinceridad que toda mujer puede tener tras lo que había ocurrido minutos antes:

— ¿Y tú cuando vas a soltar esa leche concentrada que tienes dentro? Porque por más que te destrozo, chico, no hay manera de que expulses nada. Y una, aunque si te soy sincera, me tienes enganchada a ti, no solo por el grosor, aguante y demás que tienes, sino por la manera de moverte, supongo que en algún momento soltaras ese líquido blanco que todo hombre guarda dentro de sus huevos, ¿no?


A ver, seamos sinceros.

Yo ya lo hubiera soltado en la última cabalgada de ella, si no tuviera condón puesto, pero es que, con el preservativo puesto, tardo más. Eso me pasa de siempre, no es de ahora, no es un problema sexual que algunas “listas de turno” me han dicho y se piensan que es un problema, porque a ellas les duran menos de media hora dentro de ellas, las que tienen suerte. Yo, con “forro para el nene” por decir sutilmente, tardo mucho más. Como mi capullo y todo mi rabo no sienten la carne interior de la vagina, pues tardo, pero no es un problema para mí, es más, muchas prefieren que el hombre aguante mucho dentro de ellas, ¿o no?


Por eso le dije mientras compartíamos esa bebida isotónica:

— Veras Carmen, yo sin condón, tardo, pero, sobre todo, siento más, es lógico. Con el “chubasquero puesto” evito que chispee la lluvia, por tanto, tardo un poco más de lo normal en mí, que puede que en otros hombres no sea normal. Ganas tengo, pero tranquila que, en cualquier postura mejor para nuestros cuerpos, lleno el condón de semen. Y ahora, ¿qué te parece si te empotro un poco de espaldas a ti, mientras te apoyas en la ventana y así hacemos que mi primer polvo contigo tenga un resultado satisfecho?


¿Empotrar?

¿Primer polvo?

¿Volver a follar?

¿Descargar ese concentrado de semen de un hombre maduro?


Son preguntas que en la mente de Carmen solo podían tener una respuesta con otra pregunta “¿a qué coño estamos esperando?”, por lo que cuando ella se pudo poner de pie, pues se acercó a la ventana. 

Puso su melena, tapando su rostro.

Veía a través de la ventana, algunas habitaciones de los pisos o edificios que había enfrente del hotel, encendidas, pocas estaban apagadas.

Reclino un poco su cuerpo para ponerse en la postura de “La unión del Emú” que consiste simplemente en que estando los dos de pie, la mujer da la espalda al hombre. Él la atrae contra sí mismo y la penetra por detrás (en este caso vaginalmente) mientras que se agacha hacia delante, sobre casi la espalda de la mujer. El hombre agarra de las caderas a ella para así tener un mejor control de la penetración, mientras que la mujer puede modificar la penetración del hombre moviendo ligeramente su cadera, y así ser más profunda sin llegar a ser la penetración del estilo perrito.


Carmen se apoyaba con sus manos en el ventanal.

Y yo mientras la iba penetrando ahora ya no sensualmente sino bestialmente, ya que deje de ser de nuevo un hombre maduro o un caballero, a transformarme en un animal sexual.


Tenía ganas de explotar dentro de ella.

Tenía ganas de follar duramente ese cuerpo.

Tenía ganas de destrozar mi rabo mientras metía y sacaba de esa vagina más que dilatada y ya adaptada de hace rato a mi polla.

Quería y lo hice.

Soy un animal follando, y lo siento así.

Me daba igual quien me viera.

Me daba igual si ella se quejaba o no.

Me daba igual si sonará o no el móvil, en este momento, el mundo para mí no existe, solo soy una polla follando un coño, el resto me la suda.


Y eso hice.

Metía y sacaba tan rápido y tan fuerte que solo se oía en nuestro habitáculo, los jadeos de los dos. El sonido perfecto de las cachetadas que mi cuerpo daba con cada embestida en su culo. Se oía incluso el sonido que su vagina totalmente lubricada hacia cada vez que penetraba a esta mujer.

Y así estuve, follando fuerte, rápido, enérgicamente hasta que de mis huevos salió la señal de alarma.

Tenía una erupción no controlada a punto de explotar dentro de ella.


Por eso, cuando ya no aguante más, agarre fuerte de su cadera.

Di tres empotramientos a golpes secos.

Con el primer golpe, salió de mí un geiser de esperma concentrado.

Del segundo golpe, salió una riada de leche blanca.

Del tercer golpe, salió de mi boca un alarido diciendo que me corría dentro de esta pedazo de puta.


Si.

Lo que se dice caballeroso no soy cuando tengo un orgasmo.

Incluso ni soy educado.

Soy simplemente un animal estallando de placer porque una mujer me ha hecho sentirme así.

Soy el animal vulgar que Carmen quería tener y lo consiguió.


Y sin apenas poder quedarme de pie, caí encima de su espalda, cosa que ella, al estar apoyada en la ventana, hizo que tuviera que soportar mi cuerpo en parte. Pero había conseguido lo que desde hacía semanas y casi meses, no había tenido.


Un hombre que diera placer a su cuerpo.


Había conseguido lo que una mujer casada añoraba desde hacía mucho.


Carmen había conseguido dar y recibir placer sexual de alguien que no conocía pero que deseaba conocer para seguir sintiendo lo que en estos momentos sentía.


Porque mientras yo tenía mi orgasmo, Carmen también tenía otro.


Y agotados los dos, nos incorporamos, yo abrazando a esta hembra caliente. Ella agarrando mis brazos y jadeando.


No se podía creer que después de tanto tiempo, volviera a sentirse deseada, amada sexualmente, bien follada y lo más importante, joven de nuevo.


Yo, por mi parte, me sentía que me faltaba todo, hasta el aire, porque había sido una follada bestial y brutal desde que Carmen había entrado en la habitación.


Y ya teníamos mi primer orgasmo, y ella no sabemos cuántos, no estábamos para contar las veces que había hecho que explotará sus ovarios, pero una cosa estaba más que clara. Carmen no se sentía culpable de nada, al contrario, tenía una felicidad en su ser que nadie podría quitar en mucho tiempo. Y yo estaba feliz porque una mujer me había sacado mi lado animal, cosa que pocas saben hacerlo a día de hoy.


Continuamos, claro que continua esta saga de relatos.




Nota de autor:

Bueno, pues ahora toca esperar el siguiente relato. 

Sí.

Lo siento.

No, no soy un “corta rollos”.

Ni soy un “agua fiestas”.

No.


Simplemente hay que esperar la tercera parte, porque eso sí, solo diré que por ahora solo he descrito “Primera opción” y “Segunda opción” pero en el próximo relato, viene una de las mejores y, además sensual, provocativa y divertida.


Alee, a esperar al siguiente relato.


Ser buenas personas (si os da la gana, jajaja).

No hagáis maldades (a ver, alguna de vez en cuando, pero que no se enteré mucha gente, que luego viene las denuncias y rollos malos).

Por favor, en verano, en el campo, nada de usar cigarros u objetos de cristal o plástico, que así se originan los incendios, y aunque parezca mentira, el oxígeno que respiramos todo el mundo es gracias al monte, árboles y ecosistemas de nuestro planeta, por favor, no hagamos que tengamos que vivir con máscaras de oxígeno. Cuidemos un poquito más el entorno en donde estemos, aunque se nos olvide mucho.


Y, sobre todo, ser felices, con vuestras parejas, novios/as o amistades, que solo tenemos una vida, y a veces no es aburrida, simplemente es monótona.


Como siempre digo, gracias, millones de gracias por leer mis historias reales (qué sé que muchas personas piensan que no lo son, pero tampoco es real que haya guerras ni gente que no puede tener vuestras vidas tan maravillosas y, sin embargo, la realidad es superada por la ficción).


Bueno, besos en los clítoris y labios vaginales de las mujeres que lean este relato. Abrazos o a lo sumo, apretón de manos para los hombres, es que sigo siendo hetera y me lo paso muy bien así, jejeje.


Nota de autor "Dicha historia también la pueden encontrar en versión más caliente y con menos detalles, en TodoRelatos.com en el siguiente enlace "Carmen. 36. Sevillana. Alguien discreto. 2." espero que disfruten como los lectores de dicha página web."


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