Carmen. 36. Sevillana. Alguien discreto. Prólogo.
Nota de autor: Tiempo de lectura media de 18 minutos apropiadamente.
Hechos reales vividos por el autor que suscribe dicha historia. Pueden creer que es real o no, total, nadie obliga a creer lo que leen, ¿o sí?
Miércoles, 21 de febrero, 2024.
Me encuentro en la capital hispalense (para quien no lo sepa, es Sevilla) por unos tramites burocráticos familiares, es lo que tiene tener familia en casi todo el país, justo en la semana después de la famosa semana del “consumismo por excelencia con toques románticos” dicho sutilmente, aunque simplemente es la siguiente semana al día de los enamorados, en donde todo lo que se ha hecho para ese día, al cabo de una semana ya nadie se acuerde, menos la cuenta bancaria, jajaja, estamos casi a final de mes.
He ido para pasar toda la semana laboral, ya que aún ciertos organismos burocráticos no trabajan en fin de semana, con lo bien que nos ayudarían a muchas personas que trabajamos todos los días o solo los laborales y así no perderíamos horas de trabajo, pero bueno, tampoco les vamos a hacer a los funcionarios que trabajen días festivos para resolver nuestros asuntos con ellos, porque perdamos horas de nuestros trabajos el resto de trabajadores no es motivo para los funcionarios se saturen con nuestras diligencias, tampoco les vamos a realizar ese feo, hay que pensar en su estrés laboral. Aquí, para quien no lo haya pillado, hay humor irónico concentrado. Por si alguien se siente dolido. Jajajaja.
Podría haber solo escogido las horas de la mañana en la cual iba a perder mi tiempo valioso como el de cualquier persona que trabaja, yendo desde mi localidad malagueña hasta la capital de la provincia en el mismo día y volver justo para la tarde, pero quien no lo sepa, desde Málaga a Sevilla hay exactamente 210 km (claro, desde el centro de Málaga hasta el centro de Sevilla, pero realmente, si vives en una localidad un poco alejada del centro de la ciudad, ya no son exactamente esos kilómetros, son más. Podría ir tanto en coche (ni os cuento los atascos de circulación que hay en las ciudades, es tontería). Si le sumas que te abren a las 8:30 (ese es el horario oficial, pero mejor poner a las 9, y se van a las 3 de la tarde), solo con pensar que me tengo que levantar casi a las 5 de la madrugada para que me atiendan, como que no estoy por la labor de ir en coche, que la carretera a esa hora, precisamente vacía no va. Hay más gente que también se desplaza a sus trabajos o porque trabajan conduciendo. Total, en resumen, me aloje en un hotel, durante esos días, precisamente para no morir en la carretera. Habrá gente que dirá que soy un exagerado, bueno, también es verdad que pegarme esas palizas conduciendo cuando puedo estar más descansado y sin tener que dejarme la vista de noche circulando mientras amanece, pues hace que yo mientras esté más descansado, por eso me pago un hotel, que aún puedo.
Os preguntareis, ¿por qué nos cuenta este rollo este autor? Simple y fácil.
Detalles.
Toda historia tiene que tener detalles, sino sería la lista de la compra, jajaja.
Bueno, resumiendo, que me aloje en un hotel céntrico (que por supuesto, no patrocina dicha historia) para poder hacer todo este rollo de burocracia.
También pensareis u os preguntareis ¿y por qué no lo hace todo por internet? Buena pregunta, pero a veces, o las páginas de organismos oficiales no están como deberían o publicitan que son más fáciles o incluso se tarda menos, jajaja, o no tienes toda la documentación necesaria, porque eso te lo dan en un departamento específico que te tarda unos días, total, que como no me manejo también como me gustaría por internet, ya que no todos hemos nacido con la capacidad de encontrar todo sin conocer la página, porque realmente fácil solo es para quien diseña y programa, porque el usuario medio que no tiene conocimientos burocráticos, se marea más que un ratoncito buscando su premio, y lo hacen rápido ellos, pues “el menda le renda” prefiere ir con una sonrisa forzada y esperar a que se lo hagan “in situ”, llamarme antiguo, pero las sonrisas a veces funcionan mejor que la conexión a internet con wifi gratis.
Lo dicho, estoy ya en el día miércoles, mitad de semana. Ya casi he acabado de todo lo que tenía que hacer, solo me quedaba el jueves y acabaría todo, para irme tranquilamente para mi casa costera y seguir con mi vida, trabajo y clientas (gracias a la semana pasada enamoradiza, pues yo tengo menos trabajo).
Y aquí, realmente empieza la historia con Carmen, así la llamaremos, a petición de la protagonista.
Hay cosas en la vida que hay que respetar, sobre todo, cuando te piden a ti, y puedes realizar. Hay otras que no, por tanto, esas nos olvidamos.
¿Qué cosas me piden a mí? Pues normales y corrientes.
Discreción (cuando no quieren que nadie sepa que existo).
Sinceridad (cuando realmente buscan confiar alguien que no les engañe).
Honestidad (cuando ya te han engañado de todas las formas, casi ni te fías de nadie, pero aún te queda ese ápice de que todavía queda gente honesta).
Pasión (porque cuando tu cuerpo necesita ser deseado, pides pasión, ya que vas a dar tú también. Esto no es como el “comer” necesidad fisiológica).
Y otras cualidades que solemos tener pero que no las tenemos tatuadas en la frente para que nos vean nuestras intenciones.
Bueno, pues Carmen pide eso y más.
Es justo.
Yo también lo pido, aunque no me lo suelen dar, así que, solo nos queda ser personas sinceras y ver que nos dan de lo que pedimos.
Después de todo este pedazo de rollo de detalles, empezaré la historia o el prólogo realmente.
¿Quién es Carmen? Cualquier mujer que se llame así. Pero en esta historia es una mujer casada. Si. Casada.
¿Por qué una mujer casada pide a un desconocido lo que me pide a mí? Porque no se lo dan en casa. Simple y sencillo. Los motivos por los cuales no se lo dan, ni me interesan ni quiero saber, ya que casi todo se resume en el tema estándar de cualquier pareja, “monotonía conyugal”.
¿Cómo contacto o conozco a Carmen? También, fácil y sencillo.
Internet. Si. Hay páginas de contactos (muchas si no pagas, “naranjas de la china” o “nanai del Paraguay”, dicho sutilmente, pero es cierto, que si no pagas, poco consigues), y alguna que otra, que sin pagar nada, consigues algo interesante (aviso para la gente que lea esta historia, no voy a revelar mis páginas de contactos, no es por no ser solidario, es que pasó olímpicamente, jajajaja).
En mi perfil de una de las páginas que tengo de contactos reales, pongo claramente lo que busco, detallado y simple, “sexo, y nada de otras cosas”, que para marear ya están otras cosas en la vida. Es cierto, que algunas personas se meten en dichas paginas para encontrar esa persona que no tienen en sus vidas, pero yo es que eso digamos que no busco, por tanto, soy drástico en ese sentido, solo busco sexo. Llamarme egoísta o egocéntrico o enfermo sexual o ninfómano, pero cada persona, en este mundo busca lo que quiere y necesita. El resto, es solo marear y hacer perder el tiempo.
Carmen, me mando el siguiente mensaje que pongo textualmente para que vean que no me invento nada “Hola Jorge, tengo pareja y sé que me expongo mandando fotos y que puede que tuviera que haber hecho como tú, pero es que me puede el morbo y las ganas de follar y tengo muchísimas ganas de que ocurra. Quiero estar con alguien discreto, atrevido, con buena polla y limpio. Él está de viaje. Qué te parece si ocupas su lugar en mi coño?”. A simple vista puede ser un mensaje normal y corriente, pero hay detalles en los perfiles de las personas que te suelen contactar, que te hace lanzarte.
Por ejemplo:
Si te dicen que tienen ganas de follar, está más que claro que no quiere perder el tiempo con mensajes para mojar bragas o levantar pollas, simplemente es directo y sabe que vas a leer lo que te está exponiendo.
También en la parte de que tiene pareja y no quiere que se enteré dicha persona, eso hace incluso que sea más morboso, pero también indica que necesita si o si, discreción. Nada de ir con ella por la calle como si fueras su amante o amigo con derecho, eso en la calle no se hace.
La parte en que dice que tienes que ser limpio. A ver. Dejémonos de cerdadas o guarrerías, porque en el siglo en el que estamos, XXI, no ducharse, no asearse, no tener una higiene normal y corriente, es incluso motivo por el cual te pueden rechazar no solo para el sexo, sino para otras cosas.
Otro motivo por el cual sabes que no es un engaño de mensaje, es cuando te mandan una foto de su cuerpo, normalmente en ropa interior y sin mostrar su cara. ¿Por qué? Porque cuando es un primer contacto, si mandas tu cara en una foto solo es por dos motivos, o bien es una modelo (y se nota en la imagen, la iluminación, que está lejos del objetivo de la cámara, y otras cosas que se ven a distancia cuando es una foto de estudio y cuando no), o es un descuido y te pone su mejor sonrisa, aunque siga estando en ropa interior. Pero los descuidos en fotos se hacían hace un par de décadas. A día de hoy, nadie comete ese error, sabiendo que la otra parte puede no llevar las mismas intenciones que las tuyas. Hay que protegerse de internet.
Dicho esto, Carmen fue precavida. La única foto que me mando con su mensaje, ni se le veía la cara, ni su pecho o parte delantera, simplemente una foto de su culo. Si.
Culo, trasero, pompis, cola, como queráis llamarlo.
Pero estaba sin ropa interior.
Desnudo.
No tenía las piernas ni muy abiertas ni totalmente cerradas, simplemente se le veía claramente sus labios vaginales, cerrando la puerta de entrada a esa cueva maravillosa que tiene toda mujer.
Estaba claro que la foto no la había hecho ella, ya que sus brazos, en ningún momento estaban cerca de la cámara, pero tampoco era necesario.
Resumiendo, un culo desnudo, de una mujer, que pedía claramente lo que todos ya pensamos.
En su perfil también ponía cosas interesantes que voy a exponer literalmente aquí:
“36, Sevilla
Sobre mí:
Tengo pareja, pero quiero algo extra. Sé que doy la imagen de tímida, pero enseguida se me pasa si hay delante de mí un tío que sabe cómo calentarme, me gusta mucho el sexo, pero tengo mis límites y condiciones. Por ejemplo; nada de sexo anal, hacerlo siempre con condón y estar con alguien que sea muy limpio.
Busco:
Me gustaría encontrar a un tío que pase del sexo anal, que no supere los 45 años aproximadamente y que le encante follar con protección. Alguien en la sala así?”
Hasta aquí, todo correcto, menos por una cosa. Ella buscaba alguien que no supere los 45 años. Y, por desgracia para ella, ya que yo no me puedo quitar años, es tontería, tengo 54.
Pero a veces la edad no es un límite. Incluso es una ventaja.
¿Qué hice yo? Fácil y sencillo. Responder a su mensaje, con total claridad y sinceridad.
Expongo mi mensaje:
“Hola Carmen. Me alegra que me hayas enviado un mensaje, ya que supongo que lo habrás con otros de la página, y supongo que alguno o casi todos, te habrán respondido. Yo, sinceramente, no follo sin condón con gente que no conozco. Trabajo de masajista solo para mujeres, por tanto, digamos que al cabo del día me ducho varias veces, por el sudor y sobre todo, porque el aceite corporal mancha mucho. Estoy esta semana en tu ciudad, por tanto, si te interesa, que no es obligatorio, podemos quedar para tomar algo y así decides si quieres sexo conmigo, o directamente quedamos en el hotel en el cual estoy alojado, ya que habrás visto en mi perfil que no vivo en tu ciudad, pero eso no quita para poder pasar unos días sexuales interesantes. El único “pero” que podemos poner a esta cita es que yo no tengo menos de 45 años, para ser exacto, tengo 54, no miento. Y de polla, que supongo que es lo que te ha llamado la atención, no soy un actor porno, jajaja, ya lo has visto en mi foto de perfil, pero te aseguro que no te quedarás con las ganas de más. Se moverme. Así que, tú dirás. Un beso con lengua entre esos labios que me has mandado”.
A veces hay que ser muy directo. Perder el tiempo con mensajes es tontería.
Sé que al decir que doy masajes a mujeres, todo lo que conlleva el tema “masajes eróticos” está más que incluido, y es más, es un imán para muchas mujeres. También para los hombres, pero yo no hago masajes a hombres, lo siento.
Como estaba esperando a que me sirvieran en el restaurante que tenía cerca del hotel, pues tampoco tenía mucho que hacer, y de repente, recibo un mensaje en mi email porque, aunque no lo he expuesto antes, en el mensaje, al final de mi mensaje, puse mi email. ¿Por qué? Porque a veces es mejor que el número del móvil.
Dicho mensaje decía:
“Hola de nuevo, Jorge, soy Carmen.
No importa que tengas más de 45, incluso tu edad es suficiente para saber que eres discreto, que eres experimentado y aunque yo tengo 36 años, estás para mí en la línea de “madurito sensible que sabe follar”, por tanto, te doy mi número de móvil (teléfono) y si te interesa, me mandas un “was” y vemos si quedamos para hoy. Por cierto ¿cuándo te vas a tu localidad? Porque veo que no eres de mi ciudad, y eso añade parte de la discreción que pido, ya que no quiero que alguien pueda conocerme, por tanto, mejor que seas de otra provincia. Es para saber si te vas a ir pronto o vas a estar unos cuantos días. A mí me viene bien hoy, por la tarde o casi noche, quedar. Y como tienes una habitación de hotel, mejor que mejor, jejeje”.
Hasta aquí, lo que es el primer contacto con una persona, de la cual no sabía nada, solo lo que exponía en su perfil y lo que recopilamos tras unos mensajes.
Le mando un mensaje con una foto del plato de ensalada que tenia de primero para almorzar. No soy de enviar muchas fotos, pero a veces, la originalidad es un punto a favor. Al mandar dicha foto a su “was” en donde le indicaba que esto era lo que me estaba comiendo, en vez de su coño (porque soy muy directo), no sabía si me iba a responder, o simplemente me iba a bloquear. Así que, me arriesgue.
Su respuesta, literalmente, “jajajaja, buen provecho. Una lástima que no te comas un rico coño como el mío, pero ¿quién sabe? Jajaja. Te dejo que almuerces tranquilo. Yo estoy a punto también de comer, y no precisamente tu rabo, una pena, jajaja”.
Cuando acabé de comer, entonces decidí mandar otro mensaje, para preguntar si podía escuchar su voz, a lo que Carmen me respondió que, sin problemas, es más tenía ganas de escuchar mi voz.
Y la llame.
¿Sabéis lo que son los nervios de no saber cómo puede ser la voz de la persona a la que llamas por primera vez? Pues esos nervios, a mis 54 años, sigo teniendo como cuando era joven. Pero se difuminaron en cuanto hoy su “hola”.
Yo no tenía que hacer nada hasta la mañana siguiente. Estaba libre toda la tarde.
Carmen, sin embargo, tenía que algunas cosas que hacer, según me dijo, pero a eso de las 7 de la tarde, estaría libre, y como me explico que su marido estaba de viaje, pues no tenía que hacer nada más durante la noche, solo dormir sola, como llevaba tiempo haciendo cada vez que su pareja se iba de viaje.
Ohhh, una mujer casada, sola por las noches. Eso tenía que estar penado, pero no. (Ironía al punto máximo, jajaja).
Son las 7 menos 10, y recibo una llamada de Carmen, que me dice literalmente:
— Hola Jorge. ¿Estás ocupado?
A lo que yo le respondí con un poco de humor:
— Hola Carmen, pues mira, me pillas haciéndome una paja, pero no, no estoy ocupado, — sé que a veces me paso 3 kilómetros con mi humor irónico, y sé que la gente que no me conoce, pues incluso se queda cortada, por eso rectifique rápidamente, — no, no, no me estoy haciendo ninguna paja, aunque si no llegas a llamarme, si me hubiera puesto a realizar, pero ahora mismo, estaba pensando en darme una ducha para antes de cenar. Realmente estaba escribiendo un poco, porque otra de mis facetas, es escribir cosas que me pasan, cuando tengo tiempo. Pero estoy libre para ti. ¿por algo me lo preguntas?
Y ella, sinceramente, mientras se reía, me respondió:
— Jajaja, eres divertido y a la vez morboso. Esa paja, espero que la retengas un poco más, y así pueda hacerla yo. No. No, te preguntaba si estabas ocupado, porque llevo toda la tarde pensando en ti, en esa voz que tienes, en esa manera de tratarme, con bastante sinceridad, pero a la vez, madurez. Vamos, que tengo ya unas ganas de que nos veamos. En serio. No quiero que pienses que soy una desesperada, pero ganas tengo.
Yo no pienso.
Es más, soy tan simple, que no pienso para no recibir nada satisfactorio para mí. Pero soy educado, y le seguí respondiendo:
— Mujer, ¿desesperada tú? ¿por qué iba yo a pensar eso? ¿Acaso has dado pistas de que eres una mujer que está necesitada de sexo, de que necesita sentirse deseada, penetrada y totalmente follada, porque otros hombres no son capaces de darte lo que pides, porque todos, al ver tu precioso cuerpo, sobre todo tu culo, te piden anal, cosa que tú no necesitas eso? O puede deberse también a que, si no lo tienes en casa, parece como una norma muy común el tener que buscar fuera, cosa que yo creo que no debe de ser así. Es más, no suelo pensar, solo actuar. Si ya me dices tú, que la desesperación está motivada porque con la gente de tu zona de confort o de tu círculo de amistades, no quieres tener rollos, y por eso te metes en páginas de contactos de sexo, no profesionales, y que has quedado con algún que otro, pero todos desean follarte sin condón y, sobre todo, estrenar tu precioso culo, entonces, si es por eso, tampoco entendería que puedas estar desesperada. A lo sumo, y haciendo un esfuerzo por pensar, que no lo hago habitualmente, podría pensar que estar algo desesperada por estar con un hombre maduro, que solo con verte, sabe tratarte como una dama, que en la intimidad es el macho o cabrón que deseas, que sabes qué solo con tocar tu piel con sus manos, tu piel se erizará, que incluso tus pezones se pondrán duros, aparte de que tu mente hará que el interior de tu coño empiece a lubricar, deseando que o unos dedos, o una lengua o una polla entren y noten el calor uterino que emana como nadie sabe, solo tú. Qué, además, estas con ganas de comer mientras miras a los ojos, a ese hombre que luego vas a cabalgar, a tu ritmo, mientras él intentará chupar, morder e incluso absorber tus pezones mientras tú jadeas y sientes como sus manos acarician tu culo, abriendo y agarrando, para que no te escapes, notando en tu interior como ese trozo de carne, dura porque tú le estás haciendo una de las mejores pajas vaginales que sabes hacer, hará que ese hombre te desee más y más. Entonces sí. Sí creo que estará desesperada. Pero es que, mirando así, todas las mujeres están desesperadas por ese motivo. Por lo demás, no creo que estés desesperada.
¿Cómo estáis en estos momentos, tras leer esta respuesta mía? Pues Carmen, realmente me respondió:
— Jorge. A ver, desesperada lo que se dice desesperada, no estoy. Pero con esa respuesta y definición tuya de lo que una mujer puede extrañar y puede ser el motivo de desesperación. Si. Lo estoy. Hace años, y digo años, que ningún hombre, ni por mensajes, ni por voz, me ha mojado y excitado tan rápido como acabas de hacer tú. Es más. No quiero seguir con esta excitación, quiero quedar contigo y que hagamos que nuestros cuerpos se fundan en uno. Que no nos importe nada más que recibir mientras damos placer. Coño, que quiero follar contigo. Sé que te gusta ser directo, pues yo también. Dime en que hotel estás y voy para allá, ya. Ufff. No sé lo que tienes, pero hombre, sabes calentar a una mujer hasta el extremo de que se olvide de quien es.
Obviamente, le dije el hotel y la habitación. Me dijo que intentaría estar lo antes posible, pero al menos una media hora o algo más tardaría. Así, a mí me daba tiempo para darme una ducha tranquila y relajada.
Y ahora llega el momento en que tengo que seguir calentando a esta mujer. Llega el momento en que ella me hace una llamada para decirme que sube en el ascensor del hotel, y está a punto de llegar a la puerta de mi habitación.
Aquí, voy a exponer varias preguntas que pueden contestar en los comentarios o en mensajes, pero a mí me gusta a veces, preguntar.
¿Cómo me presento ante esta mujer por primera vez, teniendo en cuenta que estamos a finales del mes de febrero, en Sevilla, España, en donde hace frio en la calle, pero dentro de un hotel no tanto, y menos en la habitación en donde me alojo yo?
Teniendo en cuenta que me he duchado, puedo ponerme un albornoz, sin nada de ropa debajo, y así abrir la puerta.
También puedo ponerme algo de ropa, la que suelo ponerme para salir a la calle.
O me visto con una camiseta larga y un bóxer.
Aunque la opción de desnudo, incluso sería mucho más morbosa.
También tenemos la típica de ponerme una toalla tapando mi cadera y mitad de las piernas, con todo el cuerpo al descubierto, y sabiendo que, en la habitación del hotel, está puesta la calefacción, aparte de los vapores que han salido de la ducha, mientras me daba yo mi limpieza, y que no he abierto ninguna ventana para ventilar.
Bueno, pues Carmen da tres toques en mi puerta, con sus nudillos.
Abro la puerta y ella que tiene ojos, mira y se queda con la boca abierta.
¿qué ha visto para que se quede con esa impresión?
Pues a un hombre, completamente desnudo, sin nada de ropa que le pueda tapar su cuerpo. Con la polla medio erguida, porque eso sí, me había acariciado para cuando ella llegará. Sabía que era ella, porque me había dicho que llamaría a la puerta con esos tres toques. Y, además, Carmen no venía a preguntar si me gustaba la habitación como una encuesta de calidad del hotel. No. Ella venía a follar. Por tanto, para que narices me voy a poner ropa si en menos tiempo me la iba a quitar ella o yo, incluso, es tontería ponerse ropa para estas cosas. Obviamente, ella sí, porque venía de la calle, y no estamos en un hotel nudista en pleno centro de Sevilla, jajajaja.
Entra ella hasta el fondo de la habitación y tras yo cerrar la puerta, solo sabe decirme:
— ¿Sigues en la ducha o es que te gusta dejar claro que se va a encontrar una mujer contigo?
A preguntas absurdas, pocas palabras.
Me acerco a ella.
Le ayudo a que se quite su abrigo.
Deja su bolso encima de la mesa que hay en la habitación.
Llego yo, y le planto un beso en su cuello, mientras agarro de sus cachetes de su precioso culo, mientras ella nota en su bajo vientre mi rabo, que no está duro, pero que pronto ella lo pondrá.
Mientras estamos metiéndonos mano, literalmente, ella ya lleva un buen rato gimiendo, mientras yo solo devoró un cuerpo femenino, ni maduro ni joven, simplemente un cuerpo vestido, pues hago lo que todo caballero tiene que hacer en estos momentos, excitar aún más si cabe a la hembra.
No dejar ni que piense.
Solo que su cuerpo sienta lo que el hombre desea hacer. Es por eso que me aparto un momento de su cuello, que entre mis besos y algún que otro mordisco ligero, sé que ella ya necesita mirar a ese hombre a los ojos.
Yo permito que eso hagan, total, tampoco soy un adonis, ni un hombre atractivo, no necesito de esas características para poner a una mujer muy caliente y necesitada de sentir el cuerpo de ese macho cerca de ella. Pero también entiendo que, con tanto tocamiento, besos, caricias y atracción sexual, su cuerpo está más caliente por toda la ropa que lleva puesta, por eso, mientras ella se quita su jersey, yo me agacho para ayudar a quitarse las botas que lleva puestas. Desenfundando sus pies envueltos en unos calcetines ligeros, de esas botas que llevaba puestas. También le quito dichos calcetines, pero aún nos queda ese panty de yoga o leggins de color negro, enfundando sus piernas y cadera.
Por ello, estando yo agachado, simplemente le bajo lentamente dicha prenda, viendo ante mí un tanga negro tapando la cueva que deseo comer, oler y saborear.
Carmen sabe que tiene un hombre maduro agachado, casi apenas le ve la cara, que le está ayudando a desvestirse, porque sabe que en cuanto pueda, él le hará una de las mejores comidas de coño (vagina, concha, o como queráis llamarlo) y que no se va a arrepentir de nada mientras sienta esos labios y lengua jugando con sus labios y clítoris. Es tanto el deseo de ambos, que yo ni le voy a quitar el tanga.
Por eso, en cuanto dejo doblado correctamente sus prendas en el sofá que tenemos en la habitación, veo como ella, solo tiene el tanga puesto. Ya se ha quitado el sujetador que ha dejado tirado encima de la cama.
Aquí aviso. Como hombre, dejo de ser eso. Como macho, ya no estoy. Como ser humano, digamos que no se aprecia. Como caballero, se quedó fuera de la habitación tras cerrar la puerta. Ahora soy un animal. Literalmente. Carmen no lo sabe, pero intuye algo, porque ya no la trato como hasta ahora lo había hecho.
Sigue ella de pie.
Frente a mí, que también lo estoy, totalmente desnudo, con mi polla más erguida, sin llegar a estar totalmente dura.
Yo no sé lo que piensa ella, tampoco me importa mucho en estos momentos.
Pero yo tampoco pienso.
Solo estoy viendo a una mujer que necesita sí o sí que la follen y eso es lo que voy a hacer en un rato.
Me da igual que tenga el tanga puesto, ya he follado con mujeres que tienen ese fetiche, de hacer la follada con ropa interior puesta.
Encima de la cama, casi al lado de donde se ha quedado el sujetador, hay varios envoltorios de condones, ya que son los que voy a usar con ella, al menos eso tengo pensado.
Carmen lo ha visto. No están para mirar, sino para ser usados.
Dejamos de hablar hace rato.
Solo somos dos personas.
Una mujer en tanga y un hombre desnudo.
Nuestros cuerpos ahora si van a hablar entre ellos.
En el único idioma conocido mundialmente.
Sexo.
Atracción sexual.
Deseo sexual.
Ardor sexual.
Y hasta aquí, el fin del prólogo.
Continuo en el siguiente relato.
Nota de autor "Dicha historia también la pueden encontrar en versión más caliente y con menos detalles, en TodoRelatos.com en el siguiente enlace "Carmen. 36. Sevillana. Alguien discreto. Prólogo." espero que disfruten como los lectores de dicha página web."
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